“Me levanté el sábado por la mañana y fui a pasear, era un día de descanso. Después fui a comprar algo de comer y a continuación me fui a leer un libro al parque. Cuando llegué a casa me hice la comida y a la tarde me eché una siesta. Por la noche la cabeza me empezaba a dar vueltas, la sensación que tenía era que no había hecho nada durante el día cuando podría hacer otras cosas en vez de perder el tiempo como había hecho a lo largo del día»

A lo largo de la vida, desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama, realizamos distintas tareas. Muchas son el fruto de nuestras necesidades o de nuestras preferencias: desayunar, darme una ducha, ir a andar, trabajar, quedar con las amistades, dedicar tiempo al ocio personal, etc. La mayor parte de estas actividades se encuentran dentro de los hábitos comunes de las personas.

¿Perder o invertir mi tiempo?


¿Por qué tengo la sensación de no hacer cosas y perder el tiempo?

Los conceptos de “actividad” y “pasividad” han ido evolucionando a lo largo de la historia. Estos términos no se usaron en el sentido que actualmente se les trata de dar hasta entrada la sociedad preindustrial. Anteriormente, no había una reflexión acerca de las diferencias establecidas entre ser activo o ser pasivo, hacer o no hacer, no había una distinción clara porque no se había dado desde la conceptualización adquisitiva de la posesión, sino desde el concepto del ser.

«Ser algo frente a poseer algo, y necesitar algo pasa ser»

En la antigua Grecia, el trabajo que se realizaba como trabajo manual había sido excluido del concepto de praxis o práctica; término referido al tipo de actividades que realiza una persona libre y que funciona en pos del ser, es decir, de actuar libremente. Ese concepto de praxis fue denominado por Aristóteles (Theory and practice, véase Nicholas Lobkowic, ). Todo aquello que no entraba dentro de esta categoría era considerado como trabajo alienado, rutinario, sin sentido subjetivo. Los atenienses de la época pensaban que cuando su trabajo no era así (término al que se denominaba trabajar de manera manual y forzada), su actividad era productiva y con sentido para ellos.

«Aquello que no entra dentro del trabajo en pos del ser y el desarrollo personal, se consideraba trabajar de manera manual y forzada por los atenienses. Es decir, es lo que antiguamente era considerado como perder el tiempo»

Aristóteles estaba lejos de compartir los valores actuales que se le da al concepto de actividad-pasividad. Queda claro que una vida activa para él era contemplativa, vinculada a esa praxis, una vida dedicada a la búsqueda del funcionamiento de las cosas. La idea de que la contemplación constituía una forma de inactividad era intolerable para él. Consideraba ese estilo de vida como la mejor actividad por parte del individuo respecto al hacer. El esclavo gozaba de los placeres como el hombre libre pero no del bienestar; este no consiste en el placer, sino en actividades que obedecen a la virtud.

«La búsqueda de un significado en las cosas no es perder el tiempo; conocer y conectarse con el sentido y la forma de las cosas obedece a la virtud según Aristóteles»

Santo Tomas de Aquino también contrasta con el sentido actual de hacer o no hacer; señala que la vida dedicada a la quietud interior y al conocimiento espiritual era la forma más elevada de actividad. Decía que la vida activa era importante para el ser humano, siempre que el objetivo de la meta de esa actividad fuera generadora de bienestar (Summa, santo Tomás de Aquino).

Perder el tiempo ¿Siento que estoy perdiendo el tiempo?

A día de hoy “hacer” implica una productividad, un sentido a la convención social y un sentido externo a las propias necesidades individuales: “si hago para la sociedad cumplo», y lo que no sea cumplir con ese mandato se puede llegar a considerar«perder el tiempo».

Si el concepto de actividad y de hacer se relaciona con todo aquello en pos de sentirse realizada/o como persona individual, alimentando el ser de ideas que ayuden a dar sentido a la propia existencia, eso ayudará a encontrar bienestar. Si por lo contrario, ese bienestar va en función de hacer para conseguir productividad económica, el sentido de individualidad y de lo que yo soy quedará relegado a un segundo plano.

«Conectarme con el ser y con lo que da sentido no es perder el tiempo: también es hacer»

Hacer no implica solo realizar actividades “productivas” para una sociedad industrializada, significa vivir con el propio yo, y que el sentido de lo que hago se vincule con mi ser y así no sentir que estoy perdiendo el tiempo cuando realizo actividades ajenas. Para ello es necesario permitirme el lujo de romper con la idea de que hacer significa producir un bien social, y así empezar a sentir el yo en cada actividad realizada.

La libertad y el disfrute llenan también

Hacer cosas que no tienen un fin productivo laboral no es perder el tiempo, quizás sea la mejor manera de recargar energías para que el mundo laboral y personal cobren un sentido, un significado, y así me encuentre el el mundo dando un prima desde una versión llena de mí a lo que me rodea. De esta forma mi mundo interior cobra fuerza y vitalidad para afrontar las dificultades y los retos de la vida. Estar lleno de lo que me llena y alimenta mi ser no es perder el tiempo, significa hacer.

“La manera de hacer es ser”
Lao-tse (570 a.C-490 a.C)

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