La preocupación económica desde la crisis del 2008 ha afectado a gran parte de las familias españolas. El dinero es un aspecto muy importante dentro de la vida de una persona, y al igual que es importante, es básico saber cómo gestionarse ante su impacto para conseguir la felicidad ¿Es eso posible? ¿El dinero da la felicidad?

¿Qué significa el principio de simplicidad? ¿Que hace a este concepto tan importante a la hora de conseguir sentirse feliz? Da la felicidad…o no

La vida es un lugar donde el descubrir cómo reducir al máximo las consecuencias de las emociones y los pensamientos negativos  es fundamental para seguir adelante. Hacer más sencilla la vida es conseguir percibir las cosas de tal forma que la evaluación que hagamos de ellas vaya enfocada hacia la simplificación de lo que no necesitamos, y el incremento de aquello que genera efectos gratificantes.

Hace unas décadas cuando se hablaba del dinero, se hablaba de  solo utilizar aquel necesario en proporción al que  entraba en la cuenta. Hoy en día el dinero ha cambiado su forma de concebir las circunstancias: la gente piensa en no gastar por encima de sus posibilidades, o no gastar por encima de lo que se es capaz de conseguir.

A día de hoy muchas personas viven a través de créditos o de situaciones económicas por encima de sus posibilidades, observando más allá de lo que un crédito presupone para la comodidad de las personas. La cultura de la compra compulsiva está muy arraigada en nuestra sociedad ante la demanda de necesidades de las que podríamos prescindir. No gastar por encima de lo que se es capaz de producir significa gastar contando el crédito disponible fuera de los propios ahorros personales, esto puede incurrir en graves problemas de salud y “estrés financiero”, que hace alusión al hecho de considerar un pago futuro por debajo de las propias preferencias sobre lo que a día de hoy quiero, llevando a consumir con el fin de satisfacer el presente constantemente sin tener en cuenta las repercusiones que da a largo plazo.

Es importante tener en cuenta que el consumo de productos y servicios inmediatos proporcionan placer momentáneo, pero en el momento de su cumplimiento la satisfacción se reduce en la misma proporción de antes de haber realizado la compra. Si partimos de esta idea se puede llegar a conceptualizar el gasto de determinados productos como un fin satisfecho en el periodo de un momento temporal al margen del fin mismo de una satisfacción prolongada en el tiempo, que solo se puede conseguir en el proceso de consecución de objetivos a largo plazo y satisfacciones prolongadas que acentúen el sentido de la vida.

El dinero es un medio, no un fin en sí mismo.

El dinero es una forma de satisfacer unas necesidades básicas para mantener el bienestar, no un fin que proporciona felicidad. Si el objetivo de la vida está enfocado únicamente desde la satisfacción a través de los placeres momentáneos, el vacío puede perpetuarse en el tiempo, y el gasto aumentar proporcionalmente a la compulsividad de satisfacer la necesidad de consumir para alcanzar la felicidad.

“El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.”

Woody Allen (1935-actualidad)