A la hora de hacer las cosas, las imposiciones juegan un papel esencial en el fluir de las emociones. La inteligencia emocional es la capacidad de saber donde se está, y actuar sin dejar de lado la influencia de la parte emocional y las de los otros. Esa influencia es el motor que determina donde se encuentra una persona y hasta dónde puede llegar (hacerlo o no). El debería y las obligaciónes pueden ser los engranajes que me acerquen a las normas y me alejen de mí.

Flexibilidad y obligaciones: ¿Hasta dónde?

La sociedad vive actualmente un momento de cambios y muchos movimientos constantes, donde una persona necesita ir adaptándose a las circunstancias. Las demandas externas buscan cada vez más nuestra capacidad de adaptación a una serie de obligaciones para hacer acopio de fuerza y flexibilidad, lo que invariablemente lleva a que una persona debería estar dispuesta a hacerlo todo por conseguir algo. Ej: trabajo, tener una relación, dinero, amistades, familia. Todos son campos donde la capacidad de flexibilizar supone un éxito en la vida social de una persona, o al menos es lo que se sugiere.

La capacidad de resistir y rehacerse se valora como una de las fortalezas predominantes a nivel social, lo que muchos llamarían la resiliencia. La resiliencia tiene componentes maravillosos como conseguir afrontar las situaciones difíciles y aprender a vivir con ellas a pesar de las circunstancias. Esto es maravilloso cuando se es capaz de hacerlo, cuando se es capaz de coger al toro por los cuernos, cuando se es capaz de decir que no y después asumirlo.

Debería hacerlo, pero no puedo.

Al igual que la flexibilidad ayuda a adaptarse a las circunstancias, un exceso podría dificultar la distinción entre lo que debería hacer y lo que necesito, lo que puede llevar a perder la coherencia interna ( debería hacerlo frente al no estar dispuesto/a). ¿Siento que realmente hago lo que estoy pensando? ¿Hago lo que realmente estoy sintiendo?

La flexibilidad es una de las herramientas fundamentales que ayuda adaptarse a las circunstancias. Al igual que necesaria en muchos de los campos de la vida, también su opuesto, la rigidez mental, tiene una finalidad: poner límites.

¿Qué pasaría si me adaptara a todo lo que pasa alrededor? ¿Y si la flexibilidad no tuviera un fin?

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Cuando una persona trata de adaptarse a todo lo que la rodea pierde la capacidad de definir su propio juicio y actuar en funcion de las obligaciones y el debería. A que me refiero con esto; las emociones primarias son aquellas pertenecientes a la persona desde que nace hasta el día de su muerte, si existen es porque tienen una función y ayudan a vivir la vida. Entre ellas podemos encontrar: la alegría, la tristeza, el asco, el miedo, la sorpresa y la ira. La ira es una emoción fundamental que tiene como objetivo fijar esos límites, es decir, ¿Hasta dónde una persona está dispuesta a aguantar? ¿Hasta qué punto una persona está dispuesta a perder su yo por  la capacidad de adaptarse a cualquier circunstancia del medio?

Tan importante es en la vida saber definir la personalidad como la flexibilidad para adaptarse a determinadas obligaciones que se presentan. Si soy capaz de hacer cualquier cosa puedo perder la noción de personalidad, y vivir fuera de mí. Para ello es fundamental el autoconocimiento, la detección emocional y sobre todo la confianza. Si una persona por el motivo que surja necesita romper determinadas obligaciones, ha de hacerlo desde la creencia y confianza interna en que cada ser representa un maravilloso laberinto interno y mi laberinto es distinto a la generalidad.

 

“¿Y qué pasa si no me gustan las normas? ¡No digas tonterías! farfulló el perro.”

Sun- min Hwang (1963-actualidad)