La mente es un complejo sistema de interconexiones neuronales que se activan y desactivan, generando miles  de pensamientos que determinan el funcionamiento individual de la persona a la hora de desarrollar nuevas ideas. Estas pueden ser filtradas a través del sesgo, lo que reduce enormemente la capacidad de desarrollar otras resultantes para encontrar la forma de afrontar circunstancias difíciles.

¿Qué es el sesgo y que efecto tiene sobre los pensamientos?

La psicología cognitivo-conductual trabaja a través del sesgo o anclamientos de formas de pensar fuera de la realidad. Son el resultado de las reacciones humanas a los prejuicios. Se retroalimentan por las consecuencias  o por el desarrollo de los propios cuestionamientos internos en forma de duda. Todo esto genera un hilo destructivo paralelo entre los pensamientos catastrofistas y las emociones negativas, lo que hace que ante una circunstancia que genera miedo, esa sea la causante de desarrollar el catastrofismo asociado. Ej: «No sé si dentro de dos meses seguiré con mi trabajo–miedo». Después de este proceso suele bajar la autoestima si no lo veo a tiempo, con lo que aumenta la probabilidad de más pensamientos catastróficos en pos la reacción de miedo. Ej: si no sigo con mi trabajo…¿Qué voy a hacer?—más miedo. Esta circunstancia puede ir aún más allá si no le pongo freno. Ej: «Si me quedo sin mi trabajo estoy perdido»

Como se puede observar, este proceso de desarrollo de los pensamientos va en función de la emoción; y al contrario, de la emoción al pensamiento. Ambos siguen aumentando paralelamente hasta un punto donde la ansiedad y sintomatología física se puede volver inquebrantable, y perder la capacidad de desarrollar nuevas ideas que cambien de parecer, incapacitando no solo estas, sino las emociones. Esto puede  acarrear una fuerte repercusión sobre la autoestima, atacando directamente las propias creencias. Si dudo desde ese estado de hundimiento se vuelven más sesgadas y tratan de agarrarse a una “etiqueta” con el fin de sostener esa autoestima. Ej: «Soy raro o soy rara, por eso pienso lo que pienso y hago lo que hago.»

¿Qué hace de la producción de ideas una riqueza mental?

Cuando los pensamientos y las emociones negativas van más allá de los primeros pasos, y se recrean una y otra vez, se produce el efecto embudo del sesgo. La propia mente se vuelve incapaz de desarrollar nuevas ideas que le hagan romper ese estado de miedo retroalimentado, lo que supone la imposibilidad de salir del malestar a través del raciocinio y la lógica.

Lo contrario ocurre a una persona que actúa de forma constructiva, se van retroalimentando, frenando el efecto embudo del sesgo y aumentando la capacidad de desarrollar diferentes perfectivas al problema.

Seligman y Cols. En el año 1995 dieron unas pautas básicas sobre cómo desarrollar las habilidades cognitivas para generar optimismo:

Reconocer e identificar esos pensamientos catastróficos que vienen a la mente. Es decir, identificar esos que afectan al estado de ánimo, teniendo en cuenta que en cada persona pueden ser distintos.

Desarrollar una evaluación sobre mis verbalizaciones internas.

Generar explicaciones más cercanas a la realidad que a nuestra propia subjetividad mental, contrastando con el medio exterior y sus beneficios.

Diferentes estudios reconocen las ventajas del optimismo para el desarrollo de ideas: las personas optimistas tienden a tener mejores habilidades de resolución de problemas, mejor calidad de vida, una vida más larga, y prevención de síntomas depresivos (Contreras y Esguerra, 2006).

Por lo tanto, para llegar a este punto es fundamental tener en cuenta que una persona en un estado emocional negativo y extremo, pierde la capacidad de desarrollar ideas. Con lo que antes de intentar alcanzar el optimismo, puede ser recomendable estabilizar sus sensaciones para no desarrollar pensamientos catastrofistas asociados al miedo.

“Nada hay más peligroso que una idea cuando sólo se tiene una.”

Alain (1879-1955)