La responsabilidad es una palabra que contiene muchos matices, debido principalmente a que los responsables ante los acontecimientos se pueden repartir entre la gente que nos rodea, las circunstancias y nosotros. En algunos contextos sociales son claros, en otros buscar fuera es una ardua tarea que en muchas ocasiones puede colapsar el bienestar interior. ¿Para qué vale entonces responsabilizarme de mí?

Asumir la responsabilidad es observar dentro lo que necesito transicionar para obtener un mayor bienestar emocional. Es por ello que cuando en la vida suceden cosas que no podemos controlar, podemos responsabilizar a la situación externa o a otras personas, negando así el desgaste emocional personal que esto me puede suponer.

Es importante que pueda gestionar ese malestar emocional generado para que la situación no se enquiste. En ocasiones podemos llegar a pensar que buscar responsables fuera va a beneficiarnos, lo que quizás ayude en parte; y en el fondo soy yo, dentro de mí, la persona que tiene la última palabra, o quien decide como quiere vivir esa situación, haciendo que las emociones se vean influidas por nuestra manera de percibir el mundo.

Todxs sabemos que existen situaciones muy duras en la vida, las cuales clarificar resulta complejo, aún así con un buen trabajo emocional se puede salir adelante sin pagar todas nuestras frustraciones con los demás, porque eso sí nos aleja de esa parte de nosotros, las emociones, las cuales necesitan ser escuchadas y tratadas con mucho amor.

Quizás amar sea una de las palabras más difíciles de llevar a cabo ante circunstancias complejas de la vida, y siempre podemos llevarlo hacia nosotros como la persona procuradora y recibidora de lo que hace consigo misma, todo con el fin de proporcionarnos el cariño emocional necesario hacia nuestra persona.

Responsabilizarme de mí ¿Cómo?

Cuando comprendo que mis emociones son mías y aparecen en mi cuerpo, puedo ser consciente de cuando consigo regularlas y cuando no, y qué suelo hacer para ello. El trabajo emocional es complicado, en muchas ocasiones no se conoce el propio funcionamiento de las emociones, actuando estas en nuestro cuerpo sin regulación, ampliándose en base a los pensamientos, las ideas, etc.

Ese trabajo emocional no es sencillo, en la infancia no se suele enseñar a identificar y a determinar para qué valen las emociones, entonces puede resultar muy difícil atender a nuestras propias necesidades sin ese conocimiento personal. Además, si tenemos en cuenta que el mundo emocional es gigantesco y que cada persona tiene sus variantes condicionadas por su forma de ver el mundo, podemos añadir más o menos sufrimiento ante las vivencias de la vida, donde los propios mecanismos de defensa internos pueden no permitir acceder a aquello que realmente nos pudiera beneficiar. Ahí está el papel del psicólogo, ayudar a romper esos bloqueos y barreras que no dejan ver más allá de las formas de pensar forjadas tras años y años de pensar y sufrir de la misma manera.

Responsabilizarme de mí tiene que ver con donde uno está, siendo coherente con su gestión emocional, y cuando se ve sobrepasado/a para escucharse y detectar sus necesidades, si fuera necesario acudir a terapia.

En mis servicios ofrezco 30 minutos de sesión de prueba por videoconferencia para aquellas personas que quieran informarse y comprobar si es necesario acudir a consulta.

“Sí cada uno limpia su acera la calle estará limpia” Goethe (1749-1832).

 

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