Qué es el orgullo y cómo funciona
El orgullo es una de las emociones humanas más complejas y paradójicas. Puede ser fuente de autoestima, dignidad y motivación, pero también el origen de la soberbia, el aislamiento emocional y el sufrimiento psicológico. Comprender qué es el orgullo y cómo funciona en las personas es clave para desarrollar una identidad sana, basada en la autenticidad y no en la defensa rígida del ego.
A lo largo de mi experiencia como psicólogo trabajando con pacientes de distintos perfiles, he observado que el orgullo puede ser tanto un escudo protector frente al dolor como una barrera que impide el crecimiento emocional. En este artículo, te mostraré lo que la psicología científica ha descubierto sobre esta emoción, cómo se forma, cómo puede ayudarnos o limitarnos, y de qué manera influye en nuestras relaciones y decisiones cotidianas.
Qué es el orgullo y como funciona según la psicología
Desde un punto de vista psicológico, el orgullo se considera una emoción moral y social que surge cuando una persona evalúa positivamente sus acciones, logros o características personales en comparación con un estándar interno o social.
Autores como Jessica Tracy y Richard W. Robins (2007), referentes en la investigación sobre el orgullo, lo definen como una emoción autoconsciente, es decir, requiere de la capacidad de reflexionar sobre uno mismo y sobre cómo somos percibidos por los demás.
En sus estudios, Tracy y Robins distinguieron dos tipos fundamentales:
Orgullo auténtico: asociado con sentimientos de logro, competencia y autoestima realista. Se relaciona con una imagen positiva de uno mismo sin necesidad de menospreciar a los demás.
Orgullo arrogante o hubrístico: vinculado con la soberbia, la vanidad y una autoimagen inflada que suele ocultar inseguridades internas.
Esta distinción es crucial en terapia. En consulta, suelo observar cómo muchas personas confunden el amor propio con la autoexaltación. Mientras que el primero fortalece la salud psicológica, el segundo tiende a generar conflictos interpersonales, frustración y aislamiento.
Las raíces evolutivas del orgullo
Esta emoción tiene una función adaptativa desde el punto de vista evolutivo. De acuerdo con estudios de Daniel Sznycer y colegas (2017), el orgullo habría evolucionado como un mecanismo regulador del estatus social.
En contextos primitivos, mostrar orgullo tras un logro incrementaba el respeto del grupo, mejorando las oportunidades de cooperación y supervivencia. Sin embargo, cuando ese orgullo se exageraba, podía provocar rechazo o conflictos jerárquicos.
Esto significa que el orgullo cumple una función doble: refuerza el valor personal, pero también exige autocontrol emocional y empatía para no romper la armonía social.
«El orgullo exige autocontrol y empatía para poder mantener o recuperar el ámbito relacional»
En palabras de David Matsumoto, investigador sobre emociones y cultura, “las emociones como el orgullo y la vergüenza no solo nos hacen humanos, sino que regulan cómo nos relacionamos dentro de la comunidad”.
Qué es y cómo y cómo funciona el orgullo en la infancia
El orgullo no es una emoción innata como el miedo o la alegría. Se desarrolla conforme el niño o la niña adquiere conciencia del yo y comienza a entender las normas sociales. Los primeros indicios aparecen alrededor de los tres años, cuando el menor ya puede reconocer que una acción es buena o mala según los demás.
Estudios de Lewis, Sullivan y Michalson (1984) mostraron que las emociones autoconscientes —como el orgullo, la vergüenza o la culpa— requieren de un sentido de autoevaluación. Es decir, el niño debe poder pensar: “He hecho algo bien” o “He fallado”.
Durante esta etapa, la mirada de los padres o cuidadores juega un papel determinante. Cuando los adultos reconocen con calidez los logros del niño, se fomenta un orgullo saludable. Pero si el refuerzo se centra en la apariencia o la comparación (“eres mejor que los demás”), se fomenta un orgullo competitivo o frágil, que más tarde puede derivar en baja tolerancia al fracaso o necesidad constante de validación.
Que es el orgullo y autoestima: dos conceptos que se confunden
«El orgullo es una reacción emocional específica ante un logro o reconocimiento.»
Es común que las personas confundan orgullo con autoestima, pero psicológicamente no son lo mismo. La autoestima es la evaluación estable del propio valor, mientras que el orgullo es una reacción emocional específica ante un logro o reconocimiento.
Una persona puede tener alta autoestima y sentir orgullo de manera equilibrada, o por el contrario, tener una autoestima baja y manifestar orgullo de forma defensiva para ocultar inseguridad.
Este fenómeno es especialmente visible en consulta, tanto en hombres como en mujeres, aunque suele expresarse de manera distinta:
En muchos hombres, el orgullo defensivo puede presentarse como competitividad excesiva o rechazo a la vulnerabilidad funciona como una manera de «tener que estar bien siempre»
En muchas mujeres, aparece como autoexigencia constante.
Un estudio de Neff y Vonk (2009) sobre autocompasión y autoestima mostró que las personas con autoaceptación equilibrada sienten orgullo sin necesidad de autoexaltarse ni minimizar sus defectos. Esto confirma que el orgullo saludable surge cuando la autoestima se apoya en la autenticidad, no en la comparación.
El orgullo como mecanismo de defensa
En psicología clínica, el orgullo puede funcionar como un mecanismo de defensa del yo, según las teorías psicoanalíticas de Anna Freud y posteriores desarrollos de George Vaillant. Cuando una persona ha sufrido humillaciones, rechazos o carencias afectivas, puede usar el orgullo como una coraza emocional para protegerse del dolor.
Por ejemplo, un paciente puede decir “no necesito a nadie” cuando en realidad teme al rechazo o la dependencia emocional. Este tipo de orgullo defensivo no surge del amor propio, sino de una necesidad inconsciente de controlar la vulnerabilidad.
He visto este patrón repetirse en personas que crecieron en entornos donde mostrar emociones era signo de debilidad. En esos casos, trabajar terapéuticamente el orgullo significa reconciliarse con la propia fragilidad, comprendiendo que pedir ayuda o reconocer un error no resta valor, sino que humaniza.
Orgullo y cultura: qué es y como funciona y varía según el contexto social
El significado del orgullo varía enormemente según la cultura. En sociedades individualistas, como muchas occidentales, el orgullo se asocia con logro personal y autoexpresión. En cambio, en culturas colectivistas, como las asiáticas o latinoamericanas, puede verse como una emoción que rompe la armonía social si se expresa en exceso.
Investigaciones de Kitayama, Markus y Matsumoto (1995) demostraron que mientras en Estados Unidos suele reforzar la autoestima individual, en Japón o Corea se valora más la modestia y la autocontención emocional. Esto no significa que en unas culturas el orgullo sea bueno y en otras malo, sino que su valor adaptativo depende del contexto social y del tipo de reconocimiento que se busque.
«El valor adaptativo del orgullo depende del contexto cultural donde se haya nacido»
En Europa y Latinoamérica, por ejemplo, se encuentra en un punto intermedio: se aprecia la superación personal, pero se condena la vanidad.
Por eso, muchas personas sienten un conflicto interno entre mostrarse orgullosas de lo que han conseguido y no parecer arrogantes. Este conflicto, que observo con frecuencia en consulta, puede generar culpa por el éxito o temor al juicio ajeno.
Qué es el orgullo y como funciona en su conexión con las relaciones personales
Uno de los campos donde el orgullo tiene mayor impacto es en las relaciones interpersonales.
Ya sea en parejas, amistades o vínculos familiares, el orgullo puede convertirse en una barrera emocional si impide reconocer errores, pedir perdón o mostrar vulnerabilidad.
En relaciones de pareja, este mecanismo se ve con frecuencia: ambos pueden amarse, pero el orgullo bloquea la reconciliación porque cada uno espera que el otro dé el primer paso.
Como psicólogo, suelo decir a mis pacientes que el orgullo es un excelente sirviente pero un pésimo amo:
«Protege la dignidad cuando es necesario, pero destruye la conexión cuando domina la comunicación.»
Estudios de Harriet Lerner (2017) sobre dinámicas emocionales en la pareja indican que las personas con un orgullo rígido tienden a desarrollar patrones de distanciamiento emocional, evitando conversaciones difíciles para no sentirse expuestas.
Esto puede derivar en rupturas, resentimiento o silencios prolongados que deterioran el vínculo afectivo.
El orgullo en el trabajo y la autorrealización
En el ámbito laboral, el orgullo profesional puede ser una fuerza impulsora del rendimiento y la motivación.
Las personas que se sienten orgullosas por su trabajo tienden a tener una mayor satisfacción laboral y una percepción positiva de su identidad profesional.
Un estudio de Hubristic vs. Authentic Pride in the Workplace (Tracy, Cheng, Robins, 2010) encontró que el orgullo auténtico está vinculado con liderazgo inspirador, empatía y cooperación, mientras que el orgullo arrogante se asocia con autoritarismo y conflicto.
En mis observaciones clínicas, hombres y mujeres suelen expresar el orgullo profesional de maneras distintas:
En muchos hombres, se manifiesta como necesidad de éxito externo o reconocimiento público.
En muchas mujeres, suele expresarse como satisfacción interna por el esfuerzo y el compromiso.
Ambos estilos pueden ser positivos si no derivan en autoexigencia excesiva ni en comparación constante.
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Qué es el orgullo y cómo funciona: cuando el ego protege y cuando nos encierra
¿Qué es el orgullo y cómo funciona? Aunque puede parecer una emoción sencilla, está cargado de matices psicológicos que determinan cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás.
En terapia, observo con frecuencia que muchas personas no son conscientes de cómo su orgullo influye en sus decisiones, sus relaciones o su bienestar emocional, potenciando enormemente la rabia y el cerramiento. Y es que no solo se siente, también se defiende, se niega o se transforma.
El lado luminoso del orgullo: fuerza, dignidad y resiliencia
Tiene una cara luminosa que cumple un papel esencial en la salud psicológica.
Cuando surge de la coherencia interna, refuerza el sentido de dignidad, identidad y propósito.
Sentirse orgulloso o orgullosa de un logro personal, de una superación o de una elección valiente no es vanidad: es autorrefuerzo emocional.
Según un estudio de Williams y DeSteno (2008), el orgullo funciona cuando es auténtico: favorece la persistencia ante la dificultad, incrementa la autoeficacia percibida y fortalece la motivación prosocial. Es decir, una persona orgullosa de sí misma no solo se siente bien, sino que también es más propensa a ayudar y apoyar a los demás.
Recuerdo el caso de una paciente que había superado un divorcio muy difícil. Durante meses se culpaba por no haber sostenido la relación. Pero al trabajar el orgullo desde su lado saludable, aprendió a reconocer el valor que tuvo al poner límites, al reconstruir su vida, al no quedarse en un vínculo que la hacía daño. Ese momento en el que pudo decir “me siento orgullosa de haber salido adelante” fue, psicológicamente, un paso hacia la resiliencia emocional.
El orgullo, en su forma sana, atendiendo a cómo funciona, es un combustible del crecimiento personal. Nos ayuda a mirar atrás sin rencor, a valorar nuestro recorrido y a proyectar confianza hacia el futuro.
El lado oscuro de nuestra parte orgullosa: soberbia, desconexión y miedo al error
Sin embargo, el orgullo también tiene un lado oscuro, especialmente cuando se convierte en un mecanismo de defensa para ocultar miedo, inseguridad o dolor. En este caso, el orgullo ya no protege: aísla.
Cuando una persona no puede admitir errores, no sabe pedir perdón o reacciona con hostilidad ante la crítica, el orgullo deja de ser autoestima para convertirse en una máscara del ego.
La máscara del orgullo, qué es y cómo funciona
En consulta, se observa cómo este tipo de orgullo surge con frecuencia tras experiencias tempranas de humillación o rechazo. El individuo aprendió que mostrarse vulnerable era peligroso, y lo desarrolló como una barrera de control.
Un estudio interesante de Leary y Allen (2011) muestra que las personas con orgullo hubrístico tienden a sobreestimar su competencia y subestimar las emociones ajenas, lo que dificulta las relaciones empáticas y fomenta conflictos interpersonales.
A nivel emocional, este tipo de orgullo no ofrece bienestar, sino una falsa sensación de superioridad que se desmorona ante el más mínimo cuestionamiento.
He visto tanto a hombres como a mujeres caer en esta trampa emocional. A veces el orgullo arrogante no se manifiesta con grandilocuencia, sino con silencios prolongados, frialdad o sarcasmo.
Es una forma sutil de decir “no quiero sentirme herido o herida otra vez”, pero que, con el tiempo, distancia a las personas que más se quieren.
El orgullo y el perdón, qué es cada uno y cómo funciona: dos fuerzas que no siempre conviven
Una de las áreas donde el orgullo más interfiere en la salud emocional es el proceso del perdón.
Tanto en relaciones de pareja como familiares, puede bloquear la capacidad de reconciliarse o liberarse del resentimiento. No se trata solo de perdonar al otro, sino también de perdonarse a uno mismo.
En terapia, es común escuchar frases como:
“Sé que debería perdonarle, pero no quiero que piense que ganó.”
“No puedo perdonarme por haber confiado.”
Detrás de esas frases se esconde un tipo de orgullo que protege la autoestima momentáneamente, pero prolonga el sufrimiento.
Un estudio realizado por Worthington y Scherer (2004) sobre la psicología del perdón muestra que el orgullo defensivo está asociado con mayores niveles de rumiación emocional y estrés. Por el contrario, las personas capaces de integrar su orgullo con la compasión tienden a experimentar una reducción significativa de la ansiedad y del enfado residual.
«El perdón no implica humillarse ni olvidar, sino liberarse del peso emocional de lo sucedido»
Cuando el orgullo se transforma en comprensión, la persona deja de vivir en el “yo tenía razón” para vivir en el “aprender y seguir adelante”.
Qué es el orgullo y como funciona su relación con la vulnerabilidad: el miedo a mostrarse como uno es
Si hay un tema que constantemente surge en torno al orgullo es el de la vulnerabilidad. En la sociedad actual, las personas se ven presionadas a mantener una imagen fuerte, independiente y exitosa, lo que deja poco espacio para la expresión de emociones genuinas.
Las personas que más se enorgullecen de “no necesitar a nadie” suelen ser las que más anhelan conexión y aceptación.»
La psicóloga Brené Brown (2012) ha investigado ampliamente este fenómeno, demostrando que el miedo a la vulnerabilidad está íntimamente relacionado con el orgullo defensivo. En sus estudios, descubrió que las personas que más se enorgullecen de “no necesitar a nadie” suelen ser las que más anhelan conexión y aceptación.
En mi experiencia clínica, este patrón se repite. Cuando logramos desmontar la coraza, suele aparecer debajo una mezcla de dolor, tristeza y necesidad de amor.
Y solo entonces la persona puede empezar a sentirse realmente libre. Aprender a mostrarse vulnerable no significa perder dignidad; significa reconocer la humanidad compartida. El orgullo sano no niega las emociones, las integra. Permite decir: “Estoy bien con lo que soy, incluso con mis heridas”.
Orgullo y amor propio: la línea que los separa
El orgullo y el amor propio pueden parecer sinónimos, pero en psicología representan procesos internos distintos. El amor propio nace de la aceptación incondicional de uno mismo, mientras que el orgullo suele estar vinculado a logros o comparaciones.
Cuando una persona dice “estoy orgulloso de mí”, generalmente hace referencia a algo que ha conseguido. En cambio, cuando dice “me quiero tal y como soy”, habla desde el amor propio.
Ambos son importantes, pero solo el segundo garantiza estabilidad emocional.
Una investigación de Kernis y Goldman (2006) sobre la autenticidad en la autoestima revela que las personas que basan su valor en logros externos —es decir, en formas de orgullo condicional— experimentan mayor ansiedad ante el fracaso y menor bienestar subjetivo.
«El orgullo depende de mantener una imagen, no de aceptarse»
En cambio, aquellas que desarrollan amor propio desde la autenticidad logran mayor flexibilidad emocional, incluso en momentos de pérdida o decepción.
Esto explica por qué, en consulta, muchas personas con aparente éxito profesional o personal se sienten vacías: su orgullo depende de mantener una imagen, no de aceptarse como son.
Cuando ese orgullo cae, la autoestima también se derrumba, porque estaba sostenida por la aprobación externa.
Cuando el orgullo impide pedir ayuda ¿qué es el orgullo y cómo funciona en relación a la ayuda?
Uno de los efectos más silenciosos del orgullo desadaptativo es la resistencia a pedir ayuda, ya sea emocional, profesional o personal. Muchas personas asocian el pedir apoyo con debilidad, cuando en realidad es un acto de madurez emocional.
«Reconocer la necesidad de ayuda fue un gesto de valentía y autoconciencia, no de debilidad»
He acompañado a pacientes que tardaron años en acudir a terapia porque decían “yo puedo solo” o “no quiero parecer que no puedo”. Sin embargo, cuando finalmente lo hicieron, descubrieron que reconocer la necesidad de ayuda fue un gesto de valentía y autoconciencia, no de debilidad.
En términos psicológicos, esta actitud se relaciona con la disonancia cognitiva (Festinger, 1957): el individuo mantiene una creencia de autosuficiencia que choca con la evidencia de que necesita apoyo, generando malestar interno. En este caso el orgullo funciona como una forma de evitar ese conflicto mental, aunque a costa del bienestar emocional. Romper con esa barrera supone redefinir la fuerza: no como ausencia de necesidad, sino como capacidad de aceptar los propios límites.
En la era digital: definición de qué es el orgullo y cómo funciona en la autoimagen y la autenticidad
Vivimos en una época en la que se expone públicamente a través de las redes sociales. Las plataformas digitales se han convertido en escaparates donde se muestran logros, viajes o aspectos de la vida que refuerzan una identidad deseada. Aunque compartir logros puede ser positivo, también existe un riesgo: confundir el reconocimiento social con el valor personal.
Un estudio reciente de Vogel, Rose y Roberts (2021) señala que el uso excesivo de redes sociales incrementa la comparación social ascendente, lo que genera orgullo competitivo y baja satisfacción vita,l lo que funciona como una manera de deteriorar la autoestima personal y la valoración propia.
En consulta, he observado cómo tanto mujeres como hombres pueden experimentar fatiga emocional al intentar sostener una versión “orgullosa” de sí mismos ante los demás. Esa exposición constante puede derivar en ansiedad, inseguridad o sensación de impostor.
La importancia del trabajo en terapia profundo ante la necesidad de reconciliar el orgullo externo con el interno para saber qué es y como funciona para recolocarlo
Por eso, un trabajo psicológico profundo implica reconciliar el orgullo externo con el interno: aprender a estar orgulloso de lo que no se ve, de lo que no se publica, de lo que se construye en silencio.
«Si necesitas profundizar en ti aquí estoy»
Cómo equilibrar el orgullo para que funcione: qué es y como hacer-pautas psicológicas
El objetivo no es eliminar el orgullo, sino transformarlo en una fuerza equilibrada que nos acompañe sin dominarnos. Estas son algunas pautas que utilizo frecuentemente en terapia:
Reconoce el origen. Pregúntate si surge del amor propio o del miedo a no ser suficiente.
Permítete el error. Equivocarse no disminuye tu valor, lo reafirma desde la experiencia.
Aprende a pedir ayuda. No necesitas demostrar fortaleza constante; ser humano también es parte del éxito.
Celebra logros internos. No todo orgullo debe ser visible. A veces, el mayor mérito está en lo que nadie ve.
Practica la empatía. Reconocer los logros de otros no reduce el tuyo; amplía tu capacidad de conexión.
Acepta la vulnerabilidad como parte del crecimiento. El sano no excluye la emoción; la abraza.
Estas pautas, aplicadas con constancia, permiten que el orgullo deje de ser un mecanismo de defensa y se convierta en una expresión auténtica de identidad.
Estudios recientes sobre qué es el orgullo y la identidad emocional
En los últimos años, el interés científico al respecto ha crecido notablemente. Investigaciones de Mercadillo et al. (2018) con neuroimagen funcional muestran que el orgullo activa regiones cerebrales asociadas al corte prefrontal medial y al estriado ventral, zonas relacionadas con la autorreflexión y la recompensa emocional. Esto confirma que el orgullo tiene un componente neurológico tangible: sentirse valioso activa los mismos circuitos que el placer.
Otro estudio de Hart y Matsubara (2020) analizó el orgullo en contextos de liderazgo y encontró que los líderes con orgullo auténtico generan mayor cooperación y bienestar grupal, mientras que aquellos con orgullo hubrístico tienden a generar tensión y desconfianza en sus equipos.
Estos hallazgos refuerzan lo que ya se observa en psicoterapia: el orgullo no es el enemigo, lo es su distorsión. Cuando está bien integrado, se convierte en una de las emociones más constructivas del ser humano, impulsando la autonomía, la compasión y la dignidad.
Cuando el orgullo se convierte en aprendizaje
Trabajarlo no significa eliminarlo, sino comprender qué intentamos proteger. Cada vez que alguien en consulta me dice “no quiero que piensen que me humillo”, suelo responderle: “¿Y si lo que llamas humillarte fuera, en realidad, un acto de paz contigo mismo?”. Esa pregunta abre una puerta: la del crecimiento emocional.
A medida que las personas entienden que el orgullo puede ser flexible cuando saben qué es y como funciona, y se trabajan interiormente, comienzan a redefinir su identidad sin perder su esencia.
He visto cómo hombres que jamás habían llorado se permitieron hacerlo y sintieron más orgullo por su autenticidad que por su dureza. He visto cómo mujeres que siempre cargaron con todo empezaron a decir “necesito descansar” y descubrieron que eso también era una forma orgullosa: el orgullo de cuidarse a sí mismas. Todo eso se siente y desde ahí funciona cuando lo permitimos.
«Cuando madura, deja de ser defensa y se convierte en conciencia de valor.
«El orgullo como espejo del alma»
Es mucho más que una emoción; es un reflejo de nuestra relación con el yo. En su versión más elevada, nos enseña a reconocer nuestra dignidad sin negar la de los demás. En su versión más frágil, nos encierra en una ilusión de poder que solo esconde miedo.
«Aprender a gestionarlo no implica renunciar a la fuerza, sino convertirla en sabiduría emocional.»
Implica aceptar que podemos sentirnos orgullosos de nuestras luces y también de nuestras sombras, porque ambas nos pertenecen.
La psicología contemporánea nos muestra que no debe eliminarse, sino comprenderse, modularse y humanizarse. Cuando dejamos de vivir desde el “yo tengo razón” y empezamos a vivir desde el “yo me entiendo”, el orgullo se convierte en un aliado profundo del crecimiento personal.
Y entonces sí, podemos sentirnos verdaderamente orgullosos y orgullosas —no por lo que mostramos al mundo, sino por lo que somos cuando nadie nos ve.
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Bibliografía relacionada con: qué es el orgullo: una mirada psicológica profunda al poder y la fragilidad del yo
Tracy, J. L., & Robins, R. W. (2007). The psychological structure of pride: a tale of two facets. Journal of Personality and Social Psychology, 92(3), 506-525. Leer Aquí
Tracy, J. L., Cheng, J. T., Robins, R. W., & Trzesniewski, K. (2010). Authentic and hubristic pride: Differential relations to aspects of goal regulation, affect, and self-control. Journal of Research in Personality, 44(6), 698-708.
Shen, L., Jiang, D., Chen, N., & Liu, W. (2021). The neural basis of pride: A comparative perspective. Advances in Psychological Science, 29(1), 131-139.

