Por un motivo o por otro, las personas van a aprendiendo de sus errores a lo largo de la vida. Los errores son humanos, y ayudan para que a la siguiente no se cometan, o se gane conciencia de problema para tratar de poner remedio. SI es posible cambiar al otro o no es la cuestión que trataremos en el siguiente artículo. Los hábitos tienen mucho que decir en este asunto.

Cuando llevamos un tiempo con determinadas personas, aparece la sensación de saber cómo funcionan y la tendencia de sus respuestas. Esto es debido al hábito, que actúa fuertemente en la mente  instaurándose y afianzando determinadas conductas y sensaciones a través de las emociones.

Si tenemos en cuenta que los hábitos se establecen principalmente a lo largo de la vida, y que las costumbres son el resultado de los hábitos temporales, podríamos decir que algunos son más sencillos de transformar que otros, pero hay algunos cambios que llevan un proceso temporal largo y que incluso ese tiempo puede ser muy superior a lo que originalmente teníamos pensado. Cambiar algo de nosotros es posible y no es un objetivo a corto plazo, sino que lleva un proceso de habituación al nuevo comportamiento, y de extinción de la antigua respuesta. Hablamos de dos procesos fundamentales que en consulta se trabajan habitualmente y que llevan su tiempo.

¿Es posible cambiar al otro si yo cambio mis hábitos?

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Hay casos en los que ha sido posible, pero menos de los que la realidad afirma. Si el proceso de cambio de una persona ya es difícil de por sí, y en él existe un trabajo importante de detección del problema, de aplicar la herramientas cuando es necesario, la dificultad es elevada. Entonces, si ya es complicado hacerlo para uno, es importante tener en cuenta la dificultad de tratar de influir en el otro a través de mis propios cambios. El problema no es que no se pueda, sino que ya no solo tengo la carga emocional de la dificultad de mejorarme, sino que también adquiero la de la otra persona, y esto puede suponer un desgaste enorme que puede llevar años, sobre todo, si se trata de una persona cercana como un familiar.

Además, una/o corre el peligro de llegar a confundir su objetivo, y luchar para cambiar al otro olvidándose de sí mismo/a.  Lo que puede resultar en un intento de adaptación al otro según sus necesidades, según lo que le haga sentir bien, y además ver los resultados al no conseguirlo.

Yo me haría una pregunta ante el intento de influir en el cambio de alguien:

Si comparto mi vida o momentos con determinadas personas ¿Por qué lo hago: porque me siento a gusto, o porque me obligo a compartir debido al vínculo que nos ha llevado hasta ese momento?

Influir es un proceso difícil y puede llegar a ser muy duro. En la decisión de cada persona está si se quiere llevar a cabo. Bien es cierto que cuando asumimos la responsabilidad de los otros por cambiar, las consecuencias de no conseguirlo también nos la llevamos, y se puede producir un fuerte conflicto interno que derive en un bajo estado de ánimo.

“Todos los cambios, aun los más ansiados, llevan consigo cierta melancolía.”

Anatole France (1844-1924)

 

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