Rumiar vs pensar: Problemas en el exceso de rumiamiento

Pensar es de sabios, pero…¿ Rumiar ?» . ¿Cuáles son las diferencias entre el pensamiento y la rumiación ? ¿Qué consecuencias trae para una persona el exceso de rumiamiento?
Pensar se trata del acto de formar ideas y representaciones de la realidad en la mente. De relacionarlas unas con las otras para poder sacar conclusiones. También se trata de observar un tema con concentración y atención para poder ir más allá, y así ganar capacidad de entendimiento con el fin de forjarse una reflexión sobre el tema en cuestión, o bien para tomar una decisión.
¿En qué se diferencia pensar de rumiar?
Rumiar es el hábito excesivo de sobrepensamiento, más allá de la finalidad con la que en un principio se daba a la capacidad de pensar. La rumiación implica automatismo, es decir, que la cabeza trabaje por su cuenta a la hora de evaluar, comparar y forjar opiniones acerca de las distintas circunstancias e ideas que pasan por nuestra mente. Esa es una de las grandes diferencias con respecto al pensamiento: pensar se relaciona con el proceso voluntario de elaboración consciente de una idea o toma de decisión, frente al hábito automático de rumiar siguiendo la tendencia de la propia mente hacia la especulación.
En la sociedad hay una gran tendencia hacia la evaluación, etiquetación, y comparación constantes como medio de generar un pensamiento crítico reinante, como es el caso de la televisión. No hay mejor forma de enganchar a alguien a este dispositivo que generando debates y conflictos. En la sociedad, ámbito laboral, y grupos sociales, estos hábitos de sobrevaloración constante de las circunstancias suponen un tema de conversación, lo que lleva a «no poder quitarme de la cabeza» esas ideas en cuestión, y las dificultades que ello implica para poder parar ese hábito. El exceso de rumiamiento es parte del proceso de elaboración mental que acostumbramos a vivir. Está debido a la sobre importancia que se le da al habla sobre la acción y el presente. Con lo que ante cualquier error cometido en la vida diaria, el hábito de pensar «rumiando» se estimará por encima de la realidad. Las consecuencias futuras de los actos que realizamos se valorarán sobre el presente a la hora de tomar decisiones. Es el hábito del rumiamiento y la pérdida de autocontrol la que en gran medida desarrolla la tendencia humana a sacar consecuencias, valoración, y comparación constantes frente a otras que campan a sus anchas por la mente.
¿Cuáles son los peligros potenciales del exceso de rumiación?
Uno de los principales peligros de rumiar en exceso es el que interfiere directamente sobre la capacidad de solucionar problemas. La investigación muestra que los rumiadores creen que se están ayudando en la búsqueda de cada detalle. Sobreanalizar interfiere directamente en la capacidad resolutiva, es decir, produce más discordia mental que la propia búsqueda de soluciones. Hasta la más sencilla decisión sobre como vestirte, o qué comida poner en la cena para unos amigos, puede suponerte un desgaste emocional cuando eres una persona rumiadora, y aunque parezca lo contrario, al final no ayuda a tomar un decisión más adecuada.
Otro de los peligros potenciales es el aumento de la probabilidad de padecer una enfermedad mental. En un estudio en el año 2003, en“The Journal of Abnormal Psychology” , se concluye que pararse a pensar en cada pequeño detalle, además de los errores y dificultades, incrementa la probabilidad de aparición de la enfermedad mental. Además, rumiar establece “círculos viciosos de pensamiento” que pueden llegar a ser muy difíciles de romper. Cuanto más rumia una persona peor se siente, y cuando peor se siente aumenta la tendencia a rumiar cada vez más.
Rumiar interfiere directamente sobre el sueño reparador. Cuando una persona tiene la tendencia a no dejar la mente en blanco, y llega la noche, sigue funcionando en exceso, con lo que dificulta la conciliación y mantenimiento del descanso saludable. Los estudios dicen que la rumiación lleva a dormir menos horas por la incapacidad en el hábito de relajación de los pensamientos, y por las sacudidas producidas durante la noche.
Rumiamiento = enfermedad
Vistas las consecuencias a las que lleva el rumiamiento frente al pensar, sobre todo en relación a la pérdida de la salud mental, sería bueno valorar cuando uno/a tiene síntomas de estar viviendo un exceso de hábitos de rumiación, y como se siente al respecto. En la conciencia de problema está uno de los grandes pasos que lleva a la resolución. ¿Soy consciente de lo que pasa por mi cabeza?
“El exceso es el veneno de la razón”.
Francisco de Quevedo (1580 d.c-1645 d.c)
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