La posibilidad de desarrollar una relación de apego está en todo lo que nos rodea. Se mueve de forma invisible en cada conexión, en cada idea, en cada emoción desproporcionada y manifiesta su unidad como deseo intrínseco a la hora de vincularnos con algo. Bienvenidos y bienvenidas al mundo del apego.

¿Qué es el apego? ¿Cómo funciona una relación de apego?

Según Walter Riso, psicólogo experto en terapia cognitiva, el apego es el vínculo tanto mental como emocional, por lo general obsesivo, hacia objetos, personas, sentimientos e ideas, o actividades, basado en la creencia interna e irracional de que esa conexión proporcionará de forma unánime y “permanente” placer, seguridad o autorrealización.  Como resultado de esta vinculación, la persona sentirá que no podrá vivir sin su relación apego o desarrollar una vida feliz y plena sin su influencia.

Según Bolwby, uno de los mayores expertos en el tema, señala que la relación de apego tiene dos funciones básicas: la supervivencia biológica del niño en la etapa de crianza como medio para proporcionar protección ante la vulnerabilidad, y otra más psicológica que se relaciona con la sensación de seguridad frente a las amenazas.

Cuando se es niño la relación de apego cumple una función elemental en la supervivencia, y cuando se es adulto el apego actúa en pos de proporcionar cierto sosiego frente a la incertidumbre. Uno de los aspectos fundamentales de este concepto es el deseo que este desarrolla con la entidad física o mental producto de esa conexión.

Perspectiva occidental vs oriental

Hay posturas variadas con relación a ese vínculo en la cultura occidental y oriental. Mientras los occidentales ven el apego como una manifestación del amor y la conexión con alguien, es decir, posee connotaciones positivas en su significado, en la cultura oriental aparece como una de las primeras causas del sufrimiento del ser humano que hay que saber trabajar a lo largo de la vida. Según el pensamiento oriental el apego sin medida desarrolla una fuerte falta de adaptación al medio y puede conllevar fuertes reacciones emocionales ante la posibilidad de pérdida de la fuente de alimento emocional.

Hay dos creencias básicas según Riso que alimentan el compromiso en la relación de apego y que resultan muy difíciles de romper: “sin mi fuente de apego no soy nada o muy poco”, o “sin esa conexión no podré sobrevivir ni realizarme como persona”.  Es por ello por lo que no poder desvincularme de mi objeto de apego desencadena el sufrimiento, y por esa razón si este es desproporcionado puede llegar a ser más un lastre que una ayuda.

conexión de apego, vínculo

La relación de apego es fundamental para realizarnos como individuos sociales con los demás, pero sumergirse en el apego ante la aparición del miedo puede conllevar al intento constante por tratar de no romper los hilos de la incertidumbre del futuro (miedo a perder algo), lo que conlleva una preocupación constante ante el objeto, persona, sentimiento o idea de deseo.

La preocupación ante la pérdida o el azar puede determinar una vida en pos de esa conexión por encima de las necesidades personales, con el fin de proteger, suplir y alimentar la entidad material o inmaterial deseada, desarrollando así la dependencia emocional.

¿Soy capaz de separarme de mis fuentes de apego sin miedo? ¿Mis miedo cambian mi forma de hacer las cosas?

 

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