El sentido de la vida es una parte de cada una y cada uno de nosotros. Desde las escuelas de filosofía hasta las de psicología y, adentrándonos en las más profundas necesidades del ser humano, alberga un lugar donde depositar unos valores y creencias que animarán al cuerpo a ir un paso más allá cuando una/o sienta que todo se viene abajo. ¿Qué es esto del sentido de la vida y porqué es tan importante entenderlo?

¿Qué es un rumbo y qué una meta?

Jorge bucay hace una apología muy interesante acerca del sentido de la vida, distinguiendo los conceptos de rumbo y meta. Una meta siempre tiene dos palos y una bandera que atravesar, es decir, tiene un principio y un fin, y a lo largo de la vida hay muchos principios y finales. Un rumbo es algo más profundo, es una forma de vivir que ante viento y tormenta serena la tempestad, aunque las nubes tarden en disiparse. El rumbo guía las acciones hacia unos principios y un sentido, busca el fin de algo, potencia la motivación y desarrolla la aceptación ante el sufrimiento.

El sentido de la vida

Víctor Frank, psicoterapeuta vienés conocido por haber escrito su libro “En busca del sentido”, padeció los sufrimientos de haber tenido que vivir en cuatro campos de concentración durante la segunda guerra mundial, donde trató de buscar los aspectos relacionados con la voluntad de vivir y qué características definían a aquellas personas que sobrevivían.

Según Victor Frank, en el momento que una persona sufre y ese sufrimiento no lo transforma en algo más, es decir, en un “logro”, el sufrimiento mantiene su constante desesperanzadora que aumenta y define la personalidad sin sentido. Si el sufrimiento se liga al propósito, la sensación de “ha valido para algo”, mejora la motivación, la despierta, de esta manera el intento de darle sentido a las propias circunstancias puede ir un paso más allá.

Desarrolló una fórmula matemática ligada a la desesperanza:

Desesperanza= sufrimiento — propósito

 Buscar rumbo

La desesperanza es igual al sufrimiento menos el propósito. Esto quiere decir que por muy duras que sean las circunstancias, si le quitamos el propósito, el nivel de desesperación aumenta y así el malestar y las sensaciones asociadas. Hay una realidad, no siempre podemos cambiar el sufrimiento, pero sí darle un sentido. Esto quiere decir, convertir tragedias en triunfos personales, con una finalidad: descubrir el para qué.

Según Viktor Frank, los seres humanos no tenemos una libertad incondicional de hacer, debido a que hay muchos componentes a distintos niveles, sean psiciológicos, sociales y de adaptación al medio que nos pueden condicionar. Donde sí tenemos libertad es en la actitud: La capacidad de afrontamiento de las circunstancias, es decir, como me entreno en el medio en el que me encuentro para confrontar la vida que muchas veces no va a ir por donde me gustaría. Lo que podemos gestionar es cómo reaccionamos ante esas circunstancias, tenemos la libertad de decidir cambiar nuestra actitud ante esa situación.

 Durante una entrevista en una televisión argentina, la ATP, se le preguntó ¿Crees Viktor que el hombre es malo por naturaleza? Este respondió:” La Naturaleza humana no es tanto lo que yo soy sino lo que yo voy a hacer conmigo mismo”.

¿Sé encontrar el rumbo a pesar de las dificultades?

 

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